Hasta ahora, os hemos hablado de
varios alimentos transgénicos desde el punto de vista del consumidor humano. Sin
embargo, no debemos olvidar que estos alimentos también están destinados a
alimentar a los animales: los piensos transgénicos.
De entre los 3 cultivos
modificados genéticamente más cultivados a nivel mundial, el maíz y la soja se
utilizan principalmente para la producción de piensos, mientras que del algodón
se aprovechan algunas partes para su producción. Esto indica que, realmente, la
mayor parte de los alimentos transgénicos en todo el mundo van a parar a
alimentación animal.
La utilización de piensos
transgénicos viene respaldada por el hecho de que cada vez hay más ganado en el
mundo, y el crecimiento de este ganado ya supera a la velocidad de producción
de varios cultivos. Muchos cultivos transgénicos están hechos para crecer a
mayor velocidad y con una producción mayor, por lo que son mucho más rentables
que los cultivos tradicionales.
Anteriormente ya os hablamos de
cómo la legislación europea era bastante dura a la hora de regular los
alimentos transgénicos.
Sin embargo, los piensos transgénicos, aún siendo regulados bajo el mismo Reglamento,
suelen autorizarse y llevarse al mercado. En Europa, solo el cultivo de maíz
MON810 está permitido, por lo que es necesario importar hasta un 60% del pienso
transgénico para alimentar al ganado. Esto podría llevar a preguntarnos: ¿no
sería más rápido cultivar aquí otras variedades de cultivos transgénicos para
alimentar a nuestros animales?
Para que un pienso transgénico
llegue al mercado, primero debe pasar por una evaluación de seguridad, en la
cual hay que asegurarse de que el pienso transgénico es seguro para el ganado,
ver como este afecta al rendimiento del animal, y asegurarse de que el
contenido transgénico no se transfiera ni a carne, ni a leche ni a huevos.
Este último punto es propenso a
generar controversia y alarmismo. Sin embargo, hay que recordar que los
transgénicos, al fin y al cabo, son organismos a los que se les ha insertado un
gen de otra especie, el cual producirá una proteína de otra especie. Cuando el
animal ingiere el alimento transgénico, este va a parar a su estómago, donde
las proteínas que este pudiese contener son digeridas por las pepsinas. Por
otro lado, no existen estudios que impliquen que el ADN se absorba en el tracto
gastrointestinal y, posteriormente, se inserte en el ADN del propio animal.
En conclusión, los piensos
transgénicos han demostrado ser necesarios para continuar alimentando a la
creciente población de ganado a nivel mundial, por lo que el desarrollo de
nuevas variedades que aumenten la producción y evaluaciones de seguridad
efectivas debe continuar.
BIBLIOGRAFÍA
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